lunes, 11 de octubre de 2010

I
.....Un muchacho mira por la ventana; no es difícil imaginar qué pensamientos lanza al moverse de la noche. El patio de entrada era animado inútilmente por algún gato, o cualquier otro animal aún más despreciable. Hojas y ramas querían saltar más allá del muro. El suave viento traía historias de otros lados, cercanos a pesar de la oscuridad. Las nubes, curvas grises sobre un cielo de mitos, se negaban a desaparecer; insinuaban otras ciencias. Sólo los propios muros de la casa le eran invisibles.
.....También en su inquieto corazón, unos tonos secos y agotados golpearon desde la puerta del muro. Silencio. ¿Eso también habría sido un engaño? Los sonidos pueden ser sombras, pensó. Pero no, dos golpes más, lentos, desesperados, confirmaron la alucinación. Como respuesta, atravesó incómodo el patio el cuerpo a medio vestir de su padre. La vieja, gruesa y áspera bata barría sus pasos a pesar de los torpes aspavientos por recuperar la manga arrastrada. Una vez más, el sonido generacional del portalón al abrirse.
.....Murmullo ininteligible.
.....Tras la figura del padre entran cinco cuerpos grandes, apretados, cargados con bultos y mochilas. Entre todos parecían un monstruo sacado de un sueño de terror. Abigarrados y de pasos o tropiezos. Su enorme silueta se deformaba sin descomponerse como un buey en ebullición. Tardó en darse cuenta de que en realidad portaban a otro cuerpo, un hombre herido, roto y aplomado, que arrastraba los pies como antes la manga de la bata. Justo cuando pasaron por debajo de la ventana pudo ver el brillo metálico de la noche en sus ropas empapadas en sangre. El olor llegó después.
.....–¡Despierta!
.....El muchacho se había acercado a la cama de su hermano y lo zarandeaba con cuidado. Temía que un brazo enfadado y somnoliento le sacudiera como respuesta. De hecho, un rictus de hermano molesto se apoderaba del rostro de Evans mientras se incorporaba. Evitando su reacción, se alejó y encendió la luz.
.....–¿Pero qué haces? ¡Apaga eso!
.....–Algo está pasando, Evans.
.....El gesto de hermano enfadado se hacía más patente que el sueño ya; pero se vio interrumpido por el ajetreo del piso inferior. Sí. Algo estaba pasando. Al reconocer una nueva expresión de extrañeza y temor en el hermano, al verlo recomponerse en sus ropas y salir a medio vestirse, arrastrando las mangas tras la puerta... una emoción nueva recorrió el pecho del muchacho.