Como la palabra deseada que regresa, celosa,
del olvido, al hablar tranquilamente de otra cosa.
jueves, 26 de julio de 2012
Esperanza en la precisión
No sé muy bien cómo, empecé a odiar Londres. Luego odié Nueva York. No era justo. Y acabé odiando cada uno de los centímetros que me separaban de ti. Cualquier radio. Cualquier dirección. Aún hoy, para satisfacción del tiempo y personal desesperación mía, sigue habiendo entre centímetro y centímetro, espacio suficiente.
Perder lo único
Llegado a este punto puedo decir
que el único sentimiento que se pierde
es el que nunca ha existido.
Y todo lo demás son historias.
que el único sentimiento que se pierde
es el que nunca ha existido.
Y todo lo demás son historias.
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