lunes, 3 de enero de 2011

IIIa
IRVING AMORDAZADO POR EL MOLINERO
.....Con un movimiento frenético, envuelve a Nuria y a Tomás en una sola manta, antes de que atinen a despertarse. Con fuerza los carga como un saco y aprieta la manta con otra cuerda. Coloca el fardo final a pocos metros de Louis, de forma que pudieran verse mutuamente. Llama a voces a los chicos, que aparecieron en tropel poco después: cinco mocosos sucios y nerviosos, de entre once y cinco años.
.....–¡Quédate atento de los de la manta! –indicó al mayor el molinero.
Blandió el cuchillo de Louis con intención difusa y cogió con la otra mano una jarra de agua. Da algunos pasos aquí y allá, su mente está inquieta. Tomás seguía con la mirada los titubeos de Mehlblick. ¿Qué tipo de persona era?, ¿qué pretendía? El molinero parecía haber olvidado a los hurones, o tal vez no le importaban en absoluto. Si salían de ésta debía enseñar a los hurones a roer cuerdas.
.....Finalmente, el molinero se plantó delante del cuerpo derrotado del soldado. Lo miró, como si con su mirada sola se produjesen todos los actos. Mira a los niños: todo parece controlado. Mira al soldado. Como un espasmo derrama el agua sobre la cabeza de Louis. Éste se despierta sobresaltado y ve truncado su reflejo por las mordazas.
.....–Bien, amigo mío –el tono de Mehlblick está roto –, ahora vas a decirme quiénes sois, qué hacéis aquí, qué pretendéis. Y ahora vas a cuidad mucho mejor tu historia o no verás el final... Con el hambre se pierden los escrúpulos... y este invierno hemos pasado mucha hambre... ¡Habla! ¡Habla!
.
IIIb
EL MOLINERO AMORDAZADO POR LOUIS IRVING
.....El soldado le indicó a Tomás recién despierto, la soga con la que tenía que atar al molinero a la silla, mientras no dejaba de picarle un poco la nuca. El molinero sollozaba sin querer hacer ruido, y su desesperación se desbordaba en tics y espasmos de impotencia.
.....Terminada la tarea, Louis clavó le cuchillo en la mesa y se sentó frente a Mehlblick.
.....–En realidad, me alegro de que por fin podamos jugar con las cartas boca arriba. Es obvio que estás aterrorizado, y llevas aterrorizado desde que llegamos. Créeme, tengo alguna experiencia en esto del terror. Por eso sé muy bien que no he de ser nada indulgente contigo. Nos vendría muy bien tu ayuda, pero no tengo más tiempo para ganarme tu confianza. Así que, cuéntanos qué escondes, de qué tienes miedo.