jueves, 20 de septiembre de 2018

La noche

Toda la oscuridad de este cielo
es la esquina de una letra en un no tan largo
texto. Conduzco por la sinuosa carretera
que baja desde la sierra a la ciudad.
Mi vieja ciudad ha traicionado o traducido
la belleza de las tinieblas con las luces tomadas
de los tiempos y ahora
no permite a la luna escribir sus anacrónicos versos.
Pienso que en mi país hay más cunetas
que curvas en las carreteras. Las señales
de tráfico me avisan de que ya no quedan
lechuzas en estos campos. Pero si tú quisieras
coserme a puntada de jazz al mantel en tinta,
más amantes, más pasión, menos historias,
que se derrama sobre nuestro corazón,
apretado de sanguínea negrura,
calado de hierro candente,
de oxígeno flamígero,
coserme los olvidos, de la sierra a la ciudad,
desde mi historia a tu boca, entonces,
ojos negros de agotados lectores, que diré.
Qué cansancio o caricia no conduce su sueño.
Oigo el crujir de la ropa, pero es tan sólo un recuerdo.
Este paisaje es real, pero parece un poema.