lunes, 15 de julio de 2013

Una espuma de luz nos envuelve atmosférica
después de la tormenta –tormenta que no
llegó a ser, sí dicen lejos los rumores truenos–
pintando una tarde envidia de pintores
–éramos ciudad en un planeta extraño–
mientras dentro –de mí, no de mi cuerpo,
dentro de nuestra mutua distancia bien medible–
nuestro amor teje
–son estas palabras truenos y puntadas
luego rumores, luego silencio, lejos–
de besos la envidia de los dioses
–de soles y de vientos–
pincel a pincel.

Mirar esta tormenta cerca de tus ojos. No es un
recuerdo. Esta ausencia está aquí. Sueñas
conmigo al borde de la noche, con tus pasos.
De la vida voy atrapando bosquejos y bosquejos.
Tu amor me quita el resuello, cambia
de mundo tan rápido, a ritmo de apuntes y apuntes.
Delirio de tus besos, ecos de tus abrazos. Te raptaré
fuera del tiempo. Tu cuerpo arderá –así intento decirlo–
junto al mío, soñando
palabras en surtidor, sin respiración alguna.
Paseas por la nubes y te pisotean como un charco.
Si fuera otro... pero soy incapaz.
Torpe muñón de la otredad imposible.
¿Cómo la sé, de dónde la has hecho
venir? Crear en mí no otro, sino su falta.