El ahora no huye, idiotas. Está siempre delante, riendo nuestros intentos patéticos por aprehenderlo. Nos acompaña, amoroso, cualquiera de nuestros actos, por más que no consigamos nombrar su momento.
No me busques, distancia, que me encuentras, y entonces, nos veremos las caras, tú y yo. Y ella cuidará los restos de alguno de los dos.
Si también es valioso, o no es valioso o no es también.