lunes, 22 de noviembre de 2010

II
.....–¡Pero qué habéis hecho!
.....Los niños habían aparecido con dos fardos de ropa, fruta, comida, chacina...
.....–Entonces es que sois de verdad un par de ladrones... ¿Quién ha tenido la idea?
.....Pero no dio lugar a que ninguno diera ninguna respuesta.
.....–No somos fantasmas y, de momento, no podemos llegar a los pueblos como si fuéramos fantasmas. Vais a dejar esas cosas exactamente en el mismo punto donde las dejasteis. Después me venís a buscar y entraremos en el pueblo. Necesito que me curen la herida.
.....–Pero ya estará todo el mundo en la calle, nos verán.
.....–Ese es vuestro problema. Aquí nadie os conoce, no os devolverán a casa. Aquí nadie me conoce, y necesito que me curen la herida. No sé qué otro pueblo vamos a encontrar luego. Sed listos y procurar que no os vean, y si os ven, que os comprendan, y si no os comprenden, les habláis de mí... la gente no suele creer a los ladrones, ni a los niños. ¡Esa es la suerte que os habéis buscado!
.....Ciertamente. Nuria y Tomás salieron corriendo, de vuelta a las calles cargados con sus hurtos. El bolsillo de Louis tenía ya pocas monedas de cada vez menos valor. No le quedaba otra que contar con la generosidad de la gente. No llegarían muy lejos de otra forma, debía habérselo dejado más claro a los niños. Tendrían que hablar más. Palabras claras.
.....Se sentó en la fuente a dejar que le diera el sol recién amanecido, y a esperar los comentarios de cualquiera que se acercara a beber. Por su parte, los niños retomaron el camino. Dudaban. Nuria leyó en Tomás la tentación de comerse la fruta, y cuando hizo el ademán, el propio Tomás se lo impidió. Para compensar su repentina autoridad, le propuso a su hermana que se separaran y así terminarían antes. Eficacia. Pero Nuria tenía miedo de quedarse sola.
.....Con la ropa no hubo problema. Cuando la soltaron, en el mismo patio, en el que la habían cogido, volvieron a sentir, multiplicada, la necesidad de ropa limpia. Con la comida no parecía haber solución. La situación había cambiado. Ahora estaba claro que la habían cogido del patio de carga del mercado, y pronto se había llenado de tráfico, y de clientes. Era imposible.
.....De repente, salió del patio un hombre enorme, vociferando y dando escobazos al suelo. Corría detrás de dos hurones, con la esperanza más de desahogarse que de atraparlos. Antes de que la calle quebrara les lanzó la escoba, inútilmente.
.....–Podrían pensar que han sido los hurones... –comentó Nuria.
.....–¡Los hurones no roban quesos enteros!
.....Nuria se sintió muy tonta, y llena de ira salió corriendo a encontrarse con el hombre grande y enfadado de la escoba. Ya sabemos que Nuria es bastante impulsiva; pero increíblemente reflexiva en esos impulsos. Tomás, asustado, no sabía como esconderse ya para que no lo vieran a él. Nuria llegó hasta el hombre, y le explicó todo lo sucedido: el robo de la mañana, su situación con el soldado (eso no con todo detalle), y su necesidad de devolver lo robado. El hombre llegó al máximo de su indignación. Todos le robaban. Miró a Tomás desde lejos, y su cara de hurón asustado, acorralado, sin poder esconderse, le hizo reír a carcajadas incontrolables.