miércoles, 19 de diciembre de 2012

Te enamoraste del iceberg entero, muchacha.
De niño tenía. De joven deseaba. De mayor era. De viejo perdía. Pero a esta edad desconfío de mi manera de ordenar las cosas.
Sea el mundo la máscara con que vengo
a conquistarte; si eso es
lo que pide, abiertas
las ventanas, esta noche de amor.

Caverna abierta

Por supuesto, no se conoce la luz sino su sombra.
A lo cual, nada se sabe de la luz, porque se sabe
que la luz no puede producir en ningún caso
sombra de sí misma.
Por tanto, al esclavo iluminado, deslumbrado
por algo que es, a efectos suyos, un simplemente
no conocer,
sus compañeros esclavos lo matarían por hablarles
de la ignorancia.