miércoles, 23 de abril de 2014

Dedos andamiaje, puntal de brazos.
Nos ven y nos tratan encofrado caricias.
Con que construir recuerdos de caricias.
Con que construir poemas de recuerdos.
Con que construir pasiones de palabras
que son andamiaje de dedos
puntal de labios,
senderos nuevos para nuestras
ansiosas y amantes piernas.

Años de peregrinaje

Quieres
que sea contigo natural, que te ame como el viento ama las montañas
en su camino o ama las dudas del mar extendiéndose tras horizontes.
Seguir el camino de la naturaleza implica no actuar, dices.
Evitar es una acción.
Abandonar es una acción.
Retirarse y morir. Mantenerse
al margen. Son acciones.
Renunciar es una acción, contra la naturaleza misma de mi yo, para permitir
que mi relación contigo sea natural, al margen de mí, con todo mí mismo que queda
fuera de mi control. 
En el momento en que te deseo. Aquí no quedará dicho ni apuntado, porque
el deseo no es una acción, no es un significado. El deseo llega entre los dos
como un territorio cuya exploración se impone más allá de nosotros,
de nuestras discusiones, de nuestras posturas, de nuestros besos
que remontan por nosotros más allá de nuestra propia naturaleza
montañas de deseo, marejadas de deseo, horizontes y horizontes
deseo.