Hoy
vamos a hablar de la religión de los actos.
Esa que pone en los actos: realidad.
Como si el que ve algún acto supiera
del acto y no de su visión, ni sus ojos.
Como si la memoria no tuviera nada
que ver ni su relato. Estamos ausentes
de nuestros propios actos. Somos
los espectadores de un relato ajeno
siempre.
Ahora es el momento
de vuestros comentarios, nunca sucedidos,
mudados por el silencio de la ficción
a otro lugar, quién sabe.