domingo, 14 de abril de 2013

qué a gusto me encuentro cuando todo tiene explicación [aunque ¡aunque de los aunques! allí –el cuando un allí– nadie –también es– me busca]
Me levanto –quiero pensar que es una decisión libre–
y abandono esta postura cómoda –la reflexión–
y me dirijo –si es una ilusión no lo considero–
[obsérvese cómo aquí falta la descripción del trayecto]
Sé que me oyes llegar –son imaginaciones mías– .
Este abrazo no te pilla de sorpresa;
pero yo te beso sorprendido, de mí
*sospechas sobre el ser varias y no uno*,
de tu saber, tu reconocimiento, tu amor
–desengañémonos: es el calor del movimiento entre tus brazos–.
Exijo pruebas: no me conformo con la silueta visual.
No soy un fantasma de retina y memoria.
Cuanto fui deseo antes que este cuerpo o el cuerpo
anterior que pensé mío antes de juventud o vejez.
O error o consecuencia de ingenuidad o pasión.
Pero si soy, padre, madre, perdón, algo más
que caótica inercia, exijo pruebas.
No soy un poema escrito. Tienta mi impaciencia.