domingo, 24 de abril de 2011

El poema se perdió, pero de él quedaron sus efectos.
El poeta se perdió, pero de él no quedó nada.
Y se perdió algo más, y quedó algo aún menos que nada:
quedó la necesidad y su importancia.
No pienses lo que puede pensarse solo.
No vivas lo que puede vivirse solo.
No ordenes lo que puede ordenarse solo.
No mates lo que puede morirse solo.
Y entrega la soledad, ese tesoro,
a la avidez de la multitud.