Hay un monstruo en el relato, habilitado
por la descripción, la narración, etc.
Otro monstruo es el de la acción.
¿No te hablaré de él, no lo imaginas?
Pero otro es el del encuentro,
el que dialoga con uno sin ser
espejo, que no acepta el entendimiento
del enunciado. Y habrá más, ocupando
un mismo lugar que, suponemos,
hace, dice, es.