lunes, 23 de febrero de 2015

Venganza

Para que pueda ver mi ojo en el espejo
tengo que acercarme mucho, mucho;
y, como aún soy miope, la nitidez así
es extrema.

Llegados a este punto -mis ojos, mi visión
mi espejo y yo- me distraen 
las visiones de mí mismo y todo el cuarto
reflejados por del cristalino la curvatura.

El ojo se vuelve un cuerpo extraño,
-un huevo (cósmico) apenas sanguinolento-,
habitado por un ser extraño, cuya mirada
es indescifrable.

Por supuesto, me resulta imposible mirar
más de un ojo a la vez así de cerca;
lo cual es, sin duda,
desesperante.