sábado, 11 de mayo de 2013
Hombre atareado. Levanto la cabeza y estás ahí.
Ellos lo llaman recuerdo o fantasía, no es eso
–demonio de tu ausencia que a pesar de sus mil nombres
no termina de existir– eres tú realmente.
Te imagino en tus tareas: levantas la cabeza. Ese soy.
Esa inquietud tuya donde otros ven mi nombre
y no este hombre atareado que en un respiro escribe.
Ellos lo llaman recuerdo o fantasía, no es eso
–demonio de tu ausencia que a pesar de sus mil nombres
no termina de existir– eres tú realmente.
Te imagino en tus tareas: levantas la cabeza. Ese soy.
Esa inquietud tuya donde otros ven mi nombre
y no este hombre atareado que en un respiro escribe.
Te beso y olvido
tus besos. Te abrazo y olvido los brazos.
¿Era tu piel de nata, eran almíbar tus pechos?
He de encontrarte, eso lo reconozco.
Lo cuchichean mis manos, lo musitan
mis labios. Ellos se han llevado
su trozo personal –labios y manos– de olvido.
Un enjambre de narraciones absurdas.
Vivo a saltos contigo. Lo sé.
Sé que tú convives con las habladurías. Pero saltaste
y la distancia del salto los dos la olvidamos.
tus besos. Te abrazo y olvido los brazos.
¿Era tu piel de nata, eran almíbar tus pechos?
He de encontrarte, eso lo reconozco.
Lo cuchichean mis manos, lo musitan
mis labios. Ellos se han llevado
su trozo personal –labios y manos– de olvido.
Un enjambre de narraciones absurdas.
Vivo a saltos contigo. Lo sé.
Sé que tú convives con las habladurías. Pero saltaste
y la distancia del salto los dos la olvidamos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)