Se te veía venir, Amor.
Desde que deletreas la anatomía perfecta.
Desde que las noches son noches.
Andas canturreando en idiomas
que apenas unos muy pocos entienden.
Pones al fuego amaneceres,
a la taza los labios y al corazón
abrigos, jerséis, camisas, esperanzas.
Ahí estás, entretenido, en múltiples
lecturas,
enredado en manías y recuerdos,
mientras tu amiga Realidad
sigue reinando en el mundo.