miércoles, 12 de junio de 2013

El mar busca un maestro para gestionar sus propias dudas.
Pero cuando ese pensador conozca los entresijos del coral
habrá en su deseo el rojo de mi sangre y la calcita de mi alma.
Y si le ocultas la caligrafía de tantos barcos que te surcaron
con la precipitación de una caricia sobre una carta de guerra
sabes qué otros edificios sin duda surgirán, o lo imagina.
El mar vino a visitarme y me vio hundido con toda mi
civilización.