El mar busca un maestro para gestionar sus propias dudas.
Pero cuando ese pensador conozca los entresijos del coral
habrá en su deseo el rojo de mi sangre y la calcita de mi alma.
Y si le ocultas la caligrafía de tantos barcos que te surcaron
con la precipitación de una caricia sobre una carta de guerra
sabes qué otros edificios sin duda surgirán, o lo imagina.
El mar vino a visitarme y me vio hundido con toda mi
civilización.
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