No has entregado el peso de tu blusa,
el vuelo del botón no ha sido robado.
Del engaño el tenue sacrificio sabe
al acero sutil de la naturaleza, que a veces
mata o escribe
en borradores perdidos hasta dar con tu cuerpo,
en ediciones soñadas de tanto horadar espacios,
en manuscritos lejanos, sin ropa u olor,
que alarga en la lengua el cielo que demora
por no olvidar ahora el vuelo de su águila.