Puede verse que me arrastro. No van quedando
trocitos de mí porque nada yo mismo.
Lentamente. Con la parsimonia de lo que está
hecho y es fácil de predecir. Mientras un cruce de vuelos,
como flechas se diría, como rayos se diría,
en convulsos destellos de encuentros fugaces,
viajes incandescentes, por todos esos vacíos.