martes, 30 de julio de 2019

En ocasiones no acaba la noche

Vamos, llama a los prisioneros, la ciudad
ha desaparecido. La luz
está llena de intrigas, jaleosa, porque
los semáforos deambulan a sus anchas
-algunos corretean lujuriosos en busca
de promesas- y pronto será el caos.
Hay que darse prisa, antes de que las calles
se estiracen en el olvido de esta mañana
sin rumbo, de esta siesta biológica,
de este amor ahogado sin receta.
Es nuestra obligación; si no, el arte
hará la ley sin nosotros,
los guardias, los vigilantes,
los auténticos ciudadanos
libres
entre besos.