jueves, 7 de marzo de 2013

Estoy mudo porque mamá no habla y estoy
ciego porque mamá no quiere mirar.
Aquí me quedo a solas con el olor de esta mucosidad variable,
con la lúgubre calidez de las vísceras,
la espasmódica tersura de la piel.
Y si me tocas seré mujer.
Y si me haces abrir los ojos te veré y te querré.
Y digas lo que digas será, para ti y para mí,
el primero de los comienzos.
Soy el vacío dejado entre cuatro labios divinos.
Si la paz late desde tu corazón
hasta la yema de tus dedos,
desde el rojo de tus labios,
hasta la última y más pequeña
de tus palabras.
Cuando la paz, ese fuego que destruye,
que ilumina y calienta al soplo de tu corazón.
Quiero aprender la paz en cuidado de tus gestos.
No es lo que quieren, pero consiguen
que me sienta culpable por no sentirme en paz con la realidad.
A lo que la realidad y yo jugamos no es asunto
suyo. Presta atención si quieres que te lo cuente.