Mis manos están atareadas
y su tarea les confiere unidad.
Ellas no lo saben, pero te aman
a sus espaldas, a mis espaldas,
y se traicionan por ignorancia.
Mis labios se unen en tus besos
a una lengua que habla
en un idioma antiguo aún por construir.
Pero se engañan, porque
no saben que no es
entre sí que se amen
afanados en su hermosa tarea sin tiempo,
sino que es a ti a quien aman
con urgencia. Y se traicionan,
y me traicionan. Mi espalda
te ama, pero yo, consciente
de mi traición, renuncio a ella
y me engaño, creyendo saber
lo que hago.