Te vas y sé que nada
enturbiará tu pecho.
El aire y sus caricias
te sonríen el futuro
en tus envidiadas manos.
Cuando gobiernes el mundo
y en tu corazón nada
sea roce o amenaza,
si en algo aprecias
el signo del momento,
¡recuérdame, recuérdame;
pero, ah, olvida mi destino!