Era un maestro en cuadrar asesinatos.
Al menos tres facultades estudiaban sus cábalas.
Y los doctores que sentaban cátedra analizando
su picor en el pie, su poderoso rizo en el cansancio,
atesoraban privilegios, como, digamos, por ejemplo,
dejar de hablar con los muertos.
1 comentario:
me gusta mucho la limpieza y precisión de tus escritos, casi quirúrgicos, y el contraste finál, que adquiere un carácter inquietante, que desborda, y necesita de la intuición para continuar viaje.
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