Digamos, amor,
que la eternidad nos da conciencia de la muerte.
Y sin embargo, nada eterno sino la muerte.
Tal descubrimiento, tan insoportable, empuja a la resistencia,
a la lucha con palabras que perviven, más.
Cuando, en realidad, qué más efímero que las palabras.
Qué más constante que las muertes.
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