Hay en el mar gotas desterradas de la lluvia.
Allí sueñan una muerte y una madre continua.
Una despierta, con la violencia del sol y del viento,
en un rapto que ha de llevarla a lo más profundo de los cielos.
Lejos la espera un hombre y su sudor,
para hacerla toda fruto y toda labios.
Aquí cerca, en mi ciudad, pocos entienden de esto.
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