Hagamos un ejercicio de aburrimiento,
que el tiempo se deslíe lentamente.
Una vez detenido analicemos con creciente precisión
dónde se separa la simultaneidad de las cosas.
Cuándo llegaría a coincidir el guiño con el ala de la mosca.
Siendo así las cosas, nada llega a cruzarse,
ni siquiera se tocan. Yo nunca llegué a posar
mis letras en el lienzo. Nunca tú llegaste a conocerme.
Cuanto sucede, entonces, siempre ha estado ahí, tal
como se ha movido, se movía, se seguirá.
Cada ser ejecuta, en cada parte, su camino;
pero nunca se encuentra
en el presente, ejecutándose.
No hay comentarios:
Publicar un comentario