Quién me regaña por no creer en dioses,
por no acatar las leyes de la ciencia,
por cabalgar en un milagro moral.
Si he de bailar en el pecado de tus labios
es porque, libre de culpas, es tu sed
el hilo de discursos que respiro.
Las luces del cielo ya no brillan
más que nuestras lámparas.
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