Deambulaba, acompañado por un sabio
que me servía de lámpara, más tenue
su luz que difíciles sus sombras, por los amplios
espacios y salones de mi memoria.
¿Cuál era su luz sino también un corredor
de mi memoria, y en qué consistía el saber
de esa luz, de ese sabio, de esas sombras?
Así preguntarías siendo también tú un lugar
en mi memoria. Y he de reconocer que algunos
objetos allí no son míos, habitaciones allí
no son mías, paisajes, ¿quién sino yo los puse
incluso en el momento que los hallé?
¿Y es el momento y el hallazgo también
un lugar en mi memoria?
Ya no busco en ella los objetos que he perdido,
sólo quiero salir.
Alguna vez soñé con algo afuera
y con amor se lo conté a mi lámpara:
aun antes de apagada mi intuición
ya te estaba besando en la antesala
de mi memoria.
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