Para que el sol sea dulce es necesario
la marcial lobotomía de las abejas y su vuelo,
el crecimiento vegetal como un psicópata sin remordimientos,
la belleza desplegada como estímulo y sin respuestas
por todo un campo donde también se hará de noche.
Para que el sol sea dulce y no queme mi piel
como el recuerdo de tus labios y el espejo
febril de tus palabras que aún brillan en mi boca.
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