Retrocedamos hasta la música. Justo al momento de la nota precisa, el golpe no en las teclas sino en la superficie de la cuerda, el estallido, único primero, sucesivo después, de la onda. Al sueño de un movimiento por el aire. Al momento perdido. El momento, perdido. El impulso, copia de algún origen, la vibración, también se ha perdido. Por eso sé que cuando bailas ejecutas una coordinación perfecta con lo imposible.
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