Cualquiera está
dispuesto a hacer un dracma.
Sin que aquellos que no
hayan estudiado de la economía
en Occidente su historia,
ni sepan de lo anterior a su discurso
u a otro discurso, posible, que daría
más tarde lo mismo.
Lo inescrutable que una intención,
babilónicamente torpe en su soberbia,
todos habéis escuchado, todos habéis escuchado,
degustara ese canibalismo del misterio.
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