Como de cada objeto se desprende una lista inacabable de detalles, y no una, sino una lista inacabable de listas, podemos dar por hecho que hemos perdido la mayor parte, si bien se mantiene inalterable la entereza del objeto. Y como la realidad de cada pérdida se haga en sí misma otro objeto, quisiéramos otorgar entereza a la pérdida, cuando jamás será percibida, ni imaginada, ni mucho menos recordada. Y ese continuo dejar escapar la pérdida, quién puede soportarlo.
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