En un momento dado
lo que la lluvia nos exige:
nos derramamos a la siembra,
a la erección de templos
nos entregamos a los miedos
que ahoguen nuestra destrucción,
sin olvidar el martilleo sutil
que hace brotar la lágrima,
porque no hubo nunca nada más bello,
ni un trozo más robado de nuestro amor.
1 comentario:
Siempre leo, hoy paso a saludar,
tan nueva como antigua.
M.
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