Aquí he de hablar abiertamente: si el acto de escritura no supone un acto de transformación personal, no es escritura, llamémosle tan solo desplazamiento de grafo (entiándase como huella). Pero a pesar del prejuicio moral, habría que sospechar (al menos, cuando no creer desnudamente) que todo acto de escritura (vale, lo digo fácil, "todo acto"), en la medida en que mueve las huellas del mundo (gramma, más bien), y las propias como pertenecientes al mundo, nos transforma sí o sí, nos escribe, nos reescribe. En definitiva, quiera o no quiera, escribirme me reescribe.
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Aquí he de hablar abiertamente: si el acto de escritura no supone un acto de transformación personal, no es escritura, llamémosle tan solo desplazamiento de grafo (entiándase como huella).
Pero a pesar del prejuicio moral, habría que sospechar (al menos, cuando no creer desnudamente) que todo acto de escritura (vale, lo digo fácil, "todo acto"), en la medida en que mueve las huellas del mundo (gramma, más bien), y las propias como pertenecientes al mundo, nos transforma sí o sí, nos escribe, nos reescribe.
En definitiva, quiera o no quiera, escribirme me reescribe.
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