Decían los griegos que las musas eran unas mujeres diminutas, que los dioses bebían con dedicación. Su número era limítrofe con el infinito, es decir, nueve, y siempre eran nueve, por mucho que la copa se vaciara hasta el fondo. Cuatro de ellas se llamaban Ambrosía y otras cuatro se llamaban Néctar; sólo una no se sabe cuál de los dos se llamaba, aunque sobre este asunto en concreto se ha discutido mucho, se ha cantado mucho, se ha reído y llorado. Los dioses beben. Los hombres hacen sacrificios.
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Decían los griegos que las musas eran unas mujeres diminutas, que los dioses bebían con dedicación.
Su número era limítrofe con el infinito, es decir, nueve, y siempre eran nueve, por mucho que la copa se vaciara hasta el fondo.
Cuatro de ellas se llamaban Ambrosía y otras cuatro se llamaban Néctar; sólo una no se sabe cuál de los dos se llamaba, aunque sobre este asunto en concreto se ha discutido mucho, se ha cantado mucho, se ha reído y llorado.
Los dioses beben. Los hombres hacen sacrificios.
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