Quiero reivindicar aquí la encomiable creatividad de los lapsus y las erratas. En este caso, manda al "yo" al garete, en plena coherencia con el enunciado (más que la intención, ¿verdad?) y empieza a dar juego: a la disyuntiva, a que la condicional se vuelva afirmación, y a que sea, no ya el lenguaje (no yo sino ya), sino la esencia misma que se escapa del lenguaje, la que haya aprendido a buscar.
Y un tú que se transforma en una causa final para relaciones lógicas suspensas en el vacío.
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Quiero reivindicar aquí la encomiable creatividad de los lapsus y las erratas. En este caso, manda al "yo" al garete, en plena coherencia con el enunciado (más que la intención, ¿verdad?) y empieza a dar juego: a la disyuntiva, a que la condicional se vuelva afirmación, y a que sea, no ya el lenguaje (no yo sino ya), sino la esencia misma que se escapa del lenguaje, la que haya aprendido a buscar.
Y un tú que se transforma en una causa final para relaciones lógicas suspensas en el vacío.
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