Cuando sube la marea se ocultan
las puertas de nuestra casa. Entramos
en la lluvia. Salimos en esas historias
de barcos alados y sombreros.
Esta puerta enderezada por ancianos,
presta oídos de resina a la envidia.
La puerta azul y naranja lijada de escarcha
entretiene a las olas contando chistes de llaves.
Y la tercera puerta, no siempre cerrada,
bajo la que se cobijan algunas legiones romanas
que cantaban epigramas a coro, en las bisagras,
en los idiomas de un corazón cansado.
Se ha quedado sola, de frío y de agua, la casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario