Cuando te conviertas en una fábrica de reproches
visita mi bombonera de perdición y labios.
Desnúdate sólo el día que nadie lo pida susurrando.
Hice de las direcciones un escudo barnizado de mar
y de los sentidos un guiño al vacío. Sacaste
de este pozo murallas en las que horadar abrazos.
Vienes con tus espadas a quejarte otra vez
de que no me resigno a entender nada.
1 comentario:
me falta un epíteto, no lo quiero, estas bellezas no son nominalistas...precioso.
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