Hoy le he dado al día la rutina esperada.
El gesto se hizo arte y el arte risa.
Embrido palabras salvajes que en hordas
trenzadas hasta hacerme animal.
Fiera de mis labios y los suyos,
lanzados porque tú eres el libro que habla,
la página que han de pasar mis dedos
–hueles aún a abrazo después de la mesa–
porque no sé lo que intentas.
Hoy he sido un cobarde, como tantos
días, porque no lo dejé todo y te busqué.
(que no te conozca no es una excusa,
es un dedo acusador, página arrancada)
¿Sabes norte acaso qué debemos buscar?
Estómago trabajando. Piernas trabajando.
Dedos trabajando. Sexo trabajando.
Pulmones trabajando. Paciencia trabajando.
Palabras id vosotras en busca de las palabras
que no están a mi alcance. Id y volved.
Cada átomo de pensamiento admite su torpeza
y aún así se premia con horas de sueño
a su ser sí sí mismo
aún sin acabar.
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