Algunos se asombran del calor de mis caricias,
cuando es el fuego de tus dedos que persiste
ahora en ellos. ¡Si supieran!
Pero muchos son piedras, otros duermen,
y los que están despiertos están lejos del
lenguaje y el que comprende no te vivió
–aquella habitación, la luz anaranjada
ardía de las cortinas, y aquel viaje nuestro–
y sin embargo lo veo alejarse
con tu misma despedida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario