Hemos creado la paciencia, la hemos creado nosotros.
Cogimos un trocito de ciudad, de platos y de alcoba.
Tú con tus padres, yo con los míos, probábamos
tantas variantes que hoy ya quién sabe.
Cuando nos dimos cuenta estábamos tan enfrascados
–tú con mis labios, yo con los tuyos, probábamos–
en la creación, tantas variantes, quién sabe.
Creamos y perdimos.
Cada instante ahora se parece demasiado a una ausencia.
Ni tú ni yo podemos consentirlo.
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