En esa noche de amor fuimos una migración
de aves heridas, de herida y dolor de vuelo.
Íbamos a la zaga de nuestras propias vidas,
que como aves ideales alcanzaban
todos los veranos del mundo.
Estrella polar nuestros besos no se quedaron quietos
pero ya no nos pertenecen, sólo la noche,
sólo la herida y el vuelo,
remontando montañas de besos.
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