Un soneto montando en bicicleta.
Ya nos falta el final como un injerto
–un páramo sin pena y sin acierto–
de traviesa señal, luz indiscreta.
Cuatro besos bordean tu silueta
–los sueños que nos llevan a buen puerto–.
El futuro del sol es un dios tuerto,
traspasado de amor, vida completa.
Mentirás si persistes en tu goce.
Cualquier rima nos vale entre descuidos.
Grita y maldice cuando basta un roce
sobre este hombre artesano de los ruidos
que no quiere mirar, que no conoce
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