Tú y yo somos la prueba irrefutable
de que el entendimiento es irrelevante.
Tú, yo, nuestra casa, el desastre, los besos y las horas.
Este calor talla la noche con sus labios.
Si te empeñas en latir tan cerca de mi piel
me limitaré a ser tu vida y un respiro.
Beso, beso, quien te inventó no sabía
qué inventaba. Cada amante
inventa de nuevo los besos, los entrega
como regalo a ti, humanidad.
Hay en los besos algo opuesto al olvido:
su misma tenacidad, su misma urgencia,
pero al revés.
Te atrapo para huir juntos de esta fugacidad
que nos persigue. Quisiera efímera
realidad, tú, pero es sólo querer,
puro querer y beso.
Este existir que arrastro manchado con tu boca.
Que falten estrellas con que contar los besos
y oscuro vacío donde echarlos de menos.
El firmamento es frío y lejano sobre tu cuerpo palpitante.
Lógica: no se puede dormir en tus labios, pero
no es incompatible con los sueños.
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