Algo se detiene justo antes de la enunciación.
Se asoma a la ventana del instante.
Un no sé qué se le desgaja y es entregado al viento.
Y sabe que lo dicho habita un país nuevo.
No hay atrás al que dar la vuelta.
No hay pensamiento sobre el que sentarse.
Y ya llega otra palabra, quiere, ser, dicha.
Llegan desde ese lugar carente de adentros.
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