Suponiendo que sea verdad
y que haya una mente capaz
de tomar decisiones y suponer
y construir al margen de su
decisión original y su suposición
y que razone con elegancia y cordura,
que a pesar de los elementos constructivos
actúe con autenticidad y no sean los elementos
mismos
quienes
actúen con su natural elegancia y consecuencia,
y que no sea la ilusión de otro proceso
del que no tiene auténtica noticia
y del que no sabe hasta qué punto
está interferido por ti
¡a todas horas!
y no puede ni siquiera llamarlo
saber o amor tampoco
por tu nombre.
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