Érase una mujer
aferrada a las barbas
de un hombre.
Sobre ellas dormía
como un pájaro duerme
en la lluvia una larga
caída.
Amaba sobre ellas
los cuerpos de otros hombres.
Con ellas se tapaba,
con ellas devoraba
cuerpos.
Apretaban sus manos
el hierro de sus sueños.
Reía.
Se deslizaba siempre,
enraizada de amor
y tiempo.
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