Las manos no hacen inventario
porque están ciegas durante el día.
Saben sembrar amistad con el frío,
obsesionadas como están con lo útil, su vecindad.
Manos abstractas, con tres dedos rizados
y el índice de tecla en tecla. Si estuvieran
hechas de noche, las manos, hablarían
-parlotean, las manos, todos lo saben-
y tu cuerpo sería su lenguaje.
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